Como bien saben todos los que de alguna manera me siguen, hace unos meses mi futuro como deportista era totalmente incierto.
De hecho en estos momentos lo sigue siendo pero con la diferencia de que las expectativas están siendo muy buenas y alentadoras.
Dicho esto retomo el motivo por el cual hoy me volví a sentar delante del ordenador.
Hace años que una ola, concretamente la de la imagen anterior, me sacaba bastante el sueño por decirlo de alguna manera, pero por el hermetismo que la rodea y a pesar de tener una pequeña noción de donde se podía encontrar , sinceramente, no sabia su localización exacta.
Así que tocó ponerse a investigar un poco y con la ayuda de alguna llamada, por fin di con ella.
Faltaban unos 10 días para viajar a Barcelona así que tampoco tendría mucho tiempo para planear y organizar todo, incluso las previsiones no eran increíblemente buenas ya que una fuerte borrasca tenía maneras de acercarse allí esos días con una dirección malísima, por lo que se genero un gran dilema en mi interior.
Una parte de mi decía, Rubén descansa que tienes que estar preparado para lo que se avecina, pero la otra parte insistía, Pincho no sabes lo que pasará mañana, así que no seas tonto, prepara todo y arranca.
Y por suerte le hice caso a esta última; la mañana siguiente estaba viajando hacia ese destino que se encuentra a 3961 km de Nueva-York.
Alguno al ver las imágenes sabréis de sobra donde es, pero no lo diré, no porque salga de mi, si no porque así me lo pidieron los lugareños, con buenas maneras, pero me lo han dicho.
Me dijeron que no había ningún problema en que me sacasen fotos pero que por favor no expusiera públicamente la ubicación de las mismas, y así lo haré como tantas otras veces.
Antes ya comenté que el principal motivo de este viaje era surfear esa ola en la que tantas veces había pensado y por suerte pude probarla, no con el tamaño ni las condiciones en las que me hubiera gustado pero al menos me saqué ese gusanillo que tenia.
Tras unos días soleados la dirección del viento y del mar cambio bruscamente por lo que esa zona de la isla quedó totalmente impracticable, aprovechando ese tras pié fue una buena oportunidad para conocer más spots y visitar otros puntos de la isla.
Conocí sus olas, sus costumbres, su riquísima gastronomía, unos lugares mágicos y encima pude perfeccionar mi técnica de espantar sutilmente las vacas de la carretera, una labor que llevaba a cabo cada mañana si quería llegar a tiempo a la playa.
Así que, qué más puedo pedir a esta pequeña y preciosa isla que parece haberse detenido en el tiempo.
Hoy ya veo todo de otra manera y pienso que él que algo quiere, algo le cuesta y que las cosas buenas se hacen esperar, con sacrificio y sin desesperarse todo se consigue, así que no sé lo que tardaré, pero si poder puedo, no tengo la menor duda que : -VOLVERÉ-.
PD: NO AL CIERRE DE GOOGLE +.......